La elección del espejo para el baño es un tema en el que hay que detenerse porque este es mucho más que un mero accesorio: los espejos multiplican la luz y permiten crear efectos sorprendentes de amplitud y espacio. Alternativas hay muchas, pero la adecuada tiene que ver con el tamaño del lugar y su altura, los colores, la luz natural y artificial con la que contamos, con la función que cumplirán y para quienes serán destinados: visitas, niños o dueños de casa, por ejemplo.
Otro aspecto fundamental es definir el look que queremos conseguir y su elección debe ir acorde al resto del baño, como los artefactos, muros, piso y tonos seleccionados. Espejos en pares con rústicos marcos de madera para un baño provenzal; uno redondo, antiguo y dorado para uno tipo art decó; de mosaicos, de pie, tallados, biselados, con iluminación integrada, liso y sin marco e incluso, esos modernos ejemplares con aplicación defroster que permite solucionar el cotidiano problema que se genera con el vapor de la ducha o la tina, son parte de las opciones. Lo importante es mirar, definir bien lo que se quiere lograr y no limitar el baño a su función utilitaria.
Finalmente, es clave considerar la altura y disposición en la que colocamos el espejo. Este debe ser de un tamaño suficientemente grande como para que refleje sin problemas la parte superior del torso y toda la cabeza y debe estar a una distancia prudente del lavamanos para evitar salpicaduras. Nada peor que un espejo sucio, porque aunque no nos satisfaga del todo la imagen que refleja, al menos esta debe ser nítida.
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Nota: Sofía Aldunate / Foto: Pinterest
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